Redacción
Alrededor de 20 millones de mexicanos presentan algún tipo de adicción, de los cuales 13 millones lo son al tabaco, cinco millones son identificados como alcohólicos y dos millones de adictos a la cocaína, señaló el director del Instituto Mexicano de Prevención Integral A.C. (IMEPI), Alejandro Lobo, al dar una conferencia en la Universidad Autónoma del Estado de México.

En la presentación denominada “Consumo de sustancias en la sexualidad”, señaló que en nuestro país lo que más funciona para el control de las adicciones son los grupos de autoayuda, por ejemplo: AA, que cuenta con 11 mil grupos en todo el país; sin embargo, puntualizó que no se puede concebir una política pública de prevención inmediatista o de reacción, más bien se tiene que prevenir.
Al participar en el 8º Ciclo de Conferencias “Sexo y educación: más allá de lo trivial”, que organiza anualmente la Dirección de Desarrollo e Investigación Cultural en la Máxima Casa de Estudios mexiquense, el especialista en prevención afirmó que para que el problema no crezca, las acciones deben enfocarse a los 95 millones de mexicanos no adictos que requieren servicios de prevención.
En el auditorio del Edificio Administrativo de la UAEM, donde se dieron cita estudiantes del nivel medio superior y superior de la institución, destacó que estudios realizados por el propio IMEPI hablan de que jóvenes de entre 15 y 25 años tienen, en promedio, su primer noviazgo a los 15 años.
De ellos, precisó, 50 por ciento dice tener una relación sexual, el resto la tienen hasta entre los 20 y 23 años; del total de jóvenes que reconocen tener actividad sexual, casi 50 por ciento no usa ningún método anticonceptivo y entre 30 y 40 por ciento tiene su primera relación bajo el consumo de alguna sustancia, como por ejemplo, el alcohol.
Tras señalar que la mayoría de las políticas públicas con respecto a la sexualidad están dirigidas a quienes tienen una vida sexual activa, Alejandro Lobo subrayó que no existen aquellas para quienes se deciden por la abstinencia.
“Lo mismo sucede con las adicciones. Los programas son para el adicto y no para las personas que toman buenas decisiones, es decir, nadie recompensa a quienes deciden tener una vida saludable, ni premia las conductas positivas”.
Alejandro Lobo concluyó que la educación sexual debe ser para todos y reconoció que la información no cambia la conducta, pero si es posible hacerlo a través de la educación.