Toluca, Edomex. 24 de enero de 2018.- El día 27 sigue siendo cabalístico para Enrique Peña Nieto. Un 27 de noviembre pero de 2010 contrajo nupcias con Angélica Rivera. Un año más tarde, 27 de noviembre de 2011 se convirtió de facto en el candidato presidencial del PRI. Un 27 de enero de 2017, Alfredo del Mazo se registró como candidato único a la gubernatura del Estado de México. El pasado 27 de noviembre, Peña Nieto destapó a José Antonio Meade como candidato del PRI a la Presidencia de la República. El próximo sábado, 27 de enero, el PRI abrirá los registros para los candidatos a senadores y diputados federales en todo el país.
Una vez que se han definido los candidatos del PRI a presidentes municipales, el oficio político del partido en el poder consiste en desarrollar una operación cicatriz, que alcance lo suficiente para evitar una desbandada a partidos de oposición. El riesgo se agudiza cuando Morena y López Obrador están dedicados a reclutar a quienes no han logrado ser ungidos, sin importar sus cotos o cuotas de poder, ya sean priístas, panistas, perredistas y anexas.

El PRI se fue por la salida fácil, las reglas no escritas y el palomeo del gobernador Del Mazo, para garantizar un proceso terso con candidaturas únicas en la mayoría de los municipios y distritos. La oposición le ha copiado el formato. PAN y PRD han determinado designar a sus candidatos por postulación directa, a manera de imposiciones de la élite política. En Morena, las encuestas dudosas de López Obrador marcarán el ungimiento de sus candidatos, en un dedazo demoscópico con cero margen de error para los intereses del tabasqueño.
No es gratuito que la mayoría de los alcaldes que buscarán la reelección desde las filas priístas en los comicios de julio próximo, sean precisamente aquellos presidentes municipales que salieron triunfantes en la elección de gobernador. La gran mayoría asentados en la zona del Valle de Toluca. Han tenido una probada eficacia electoral, y ahora deberán librar una batalla doblemente compleja, por lo inédito que representa la elección consecutiva, y por el desgaste social que arroja como saldo al priísmo el sexenio de Peña Nieto.
El mayor riesgo electoral para el PRI mexiquense se concentra en el Valle de México, una zona dominada por el priísmo desde la elección intermedia de 2009, pero que padeció una catástrofe electoral en junio pasado. Ahí está la apuesta de la oposición por ganar alcaldías, que pueden traducirse en una copiosa cantidad de diputados federales y locales. En la elección venidera, la estrategia delmacista consiste en contener el voto de castigo en las zonas urbanas, particularmente en el Valle de México, donde se concentra el 70 por ciento del electorado.
Ahora resulta que ser candidato a senador no es tan alentador para gran parte de los priístas. Los pronósticos electorales no son tan optimistas. Y en algunos sectores se contempla que la campaña desangelada de Pepe Meade, pueda arrastrar al priísmo mexiquense a un segundo lugar. En esa condición, solamente se asignaría un senador priísta bajo el principio de primera minoría, tal como ocurrió hace 18 años, cuando el efecto Fox propinó una derrota al PRI, y alcanzó para que César Camacho se convirtiera en senador. Sin embargo, el descalabro dejó fuera a Heberto Barrera, padre de Laura, de quien ahora se menciona como posible candidata a senadora, pero que podría correr la misma suerte si compite en la segunda posición de la fórmula senatorial.
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