Toluca, Edomex. 5 de noviembre de 2014.- Lo que impera en la construcción de la autopista Toluca – Naucalpan es una sistemática criminalización de la protesta social. De nueva cuenta, el Estado hace uso de la fuerza pública para criminalizar a quienes se oponen a una obra de infraestructura que vulnera los derechos de quienes poseen las tierras. A pesar de que los pobladores argumentan contar con un amparo, está claro que dicha obra carretera deberá prevalecer sobre cualquier minúsculo de interés de sus habitantes.
Encarcelar a gente inconforme siempre resulta más fácil que dialogar y convencer. El gobierno eruvielista, y específicamente la Policía Estatal comandada por Damián Canales, han optado por vencer a quienes se oponen al proyecto carretero. Lo que hace falta es consenso, imaginación y alternativas de solución, pero el gobierno ha optado por lo más fácil, amedrentar a quien se le inconforma, a quien amedrenta
El monopolio de la fuerza pública en manos del Estado responde a la necesidad de proteger los intereses comunitarios, y son precisamente los derechos de los pobladores los que han sido atropellados históricamente. Hoy la Procuraduría de Justicia que encabeza Alejandro Gómez Sánchez defiende los intereses particulares del grupo Teya, de Juan Armando Hinojosa, por encima de las consideraciones jurídicas más elementales de los comuneros presos.
Para completar la triada, José Manzur conoce la estructura política de la secretaría de gobierno, y los esquemas de inteligencia, pero no para prevenir o combatir delitos, sino para colapsar movimientos sociales genuinos. Pepe, como le llaman sus cercanos, no es un hombre de conciliaciones ni remediaciones. Es muy por el contrario alguien que gusta de imposiciones y de pocas vacilaciones. Frente a ese escenario, la protesta social está en un severo riesgo de criminalizarse.
Una muy grave señal para el eruvielismo, está vinculado con las muestras de solidaridad que han recibido los comuneros de Lerma por parte de otros movimientos como el Ejército Zapatista en Chiapas. Si Eruviel no atiende a tiempo la efervescencia social que se vive en Xochicuautla, estará cocinando un nuevo Atenco en tierras del presidente Enrique Peña. El horno no está para bollos.
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