Alfredo Castillo está nominado a ser el bateador emergente del gabinete de Enrique Peña Nieto. En menos de catorce meses de gobierno, el exprocurador mexiquense ya acumula tres distintos cargos de diversa índole. Simplemente no calienta el lugar, cuando las exigencias de la administración federal le encomiendan tareas nuevas. En el ojo del huracán, el extitular de la Profeco se encargará de coordinar tareas de seguridad en Michoacán.

Castillo arrancó como subprocurador general de la república. Tuvo dos casos que lo pusieron en aprietos. La explosión en oficinas de Pemex, que derivó en una investigación especulativa sobre las causas del percance. Y en esa misma silla, atendió junto con su exjefe –Alberto Bazbaz desde Hacienda- la indagatoria que tiene presa a Elba Esther Gordillo, acusada de lavado de dinero. Cierto es que Alfredo nunca hizo química con Jesús Murillo Karam, titular de PGR.

Más tarde, Alfredo debió emigrar a la Profeco en remplazo de Humberto Benítez Treviño. Bastaron unas semanas para que Castillo multará a transnacionales como McDonald´s por publicidad engañosa, y clausurará restaurantes de la zona hotelera en Toluca. Afectivo por la presencia mediática, casi en todas sus encomiendas logra atraer el reflector, aunque sea a partir de escándalos. Nadie olvida su debut político a cargo de la investigación del caso Paulette, o cuando se le fugó el violador apodado El Coqueto de la subprocuraduría de Tlalnepantla.

—————

Al gobierno de Eruviel Ávila no le quedó otra que dar marcha atrás a la pretensión de castigar con cárcel a maestros paristas. La criminalización de la protesta social es un agravio mayúsculo a las libertades de expresión. La manifestación como forma de reclamo es un asunto que no puede prohibirse a partir de la coerción. Muy malos asesores rodean a Eruviel en materia legislativa, y exhiben decisiones intempestivas, viscerales y poco consensuadas.

El costo político lo debió asumir Raymundo Martínez, uno de los consentidos del eruvielismo salió a exhibir la imposibilidad de sus iniciativas. El magisterio, aunque muy quedito reclamó, y finalmente fue escuchado. Pero el antecedente ha manchado el trayecto legislativo. Además queda la sensación de una indeseable indolencia por parte de los líderes magisteriales, que a la pregunta de ¿qué hora es? responden: la que usted diga, señor gobernador.

Los diputados locales ya estaban puestos y dispuestos para aprobar las reformas que castigarían con cárcel y despidos a los maestros que se ausentarán con motivo de protesta. Pero mágicamente, tras la decisión de retirar la iniciativa, todos se mostraron a favor de que se haya reconsiderado tal reforma, que ni siquiera pasaría el trámite de las comisiones legislativas. ¿Acaso no estaban tan convencidos de su proyecto que pretendían votarla mañana viernes?