El descontento social ha inundado las ciudades. Zonas urbanas y rurales por igual. El 2013 estuvo marcado por un hartazgo de la población hacia con sus autoridades. Muchos fueron los casos, en el Estado de México, donde la gente salió a las calles, incendió patrullas, tomó el Palacio Municipal, intentó linchar delincuentes. La autoridad está cada vez más carente de legitimidad. No hay confianza en los políticos, tampoco en las policías. Es alarmante.
Hay profunda preocupación de seguir así. Hay un riesgo latente de pérdida de gobernabilidad. Se han rebasado características de protesta social. La gente enardecida por una autoridad que no resuelve problemas sino que le causa otros. Se ha roto el diálogo, la interlocución no existe, la política parece no servir. Se impone la frustración, la impotencia, la desconfianza de una población que se siente agraviada por sus gobiernos.
Los gobiernos municipales que debieran ser los más cercanos se han atrincherado en sus parcelas de poder. Espacios de rebatinga de los partidos políticos. Muchos de ellos viven encapsulados en una realidad inexistente. La oposición que azuza a la población inconforme. Los derechos humanos que se vulneran y se quebrantan. Policías municipales que un día reciben recomendaciones, y el otro también. Las cosas están mal.
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Los Cuerpos de Seguridad Auxiliares del Estado de México no han tenido un año sencillo. Apenas al comenzar el año, José Luis García Figueroa fue designado al frente de la corporación policíaca, y tuvo una extraña muerte, dicen los que saben, en una riña en un evento social en el Distrito Federal. A la fecha, no se ha conocido el peritaje final del homicidio, cuya averiguación fue emprendida por la Procuraduría de Justicia capitalina.
Ayer, en el municipio de Nezahualcóyotl, fue asesinado un agente de la policía auxiliar, cuando custodiaba un camión repartidor de la empresa Lala en la Colonia Metropolitana tercera sección. El agente fue identificado como Genaro Hernández Aguilar. Al lugar arribó una persona, quien le disparó directo al rostro. Las autoridades descartaron el robo como móvil del crimen, pues el agresor no tomó dinero ni objetos del camión.