El niño verde, Jorge Emilio González Martínez estará más vinculado al Estado de México de lo que parece. Ayer, el también senador de la República anunció que en fecha próxima se casará con María Coutollenc, su novia desde hace tres años, y a quien le lleva 20 años. María es hija de José Alberto Couttolenc Güemez, actual diputado local precisamente por el Partido Verde; y hermana de Jorge Alberto Couttollenc Buentello, quien es segundo regidor en el Ayuntamiento de Huixquilucan.
Jorge Emilio –muy cercano a Enrique Peña desde la campaña del mexiquense en 2005- sueña con ser gobernador por Quintana Roo, lo que podría concretarse en las elecciones de 2016. De confirmarse la especie, sería el segundo mandatario verde, después de Manuel Velasco, gobernador de Chiapas. Pero de concretarse el enlace nupcial, el coto de poder de la familia Couttollenc en el estado, podría crecer en los años por venir.
De esa forma el cacicazgo de la familia Agundis se tambalea en el Estado de México. El año pasado, Agundis fue desechado de la candidatura al senado que ya tenía en la bolsa. El niño verde, dueño de la franquicia, habrá invertido su capital político no sólo en la entidad más poblada del país, sino tierra natal de Peña Nieto. El mismo partido que cobijó a priístas de cepa como Alejandro del Mazo, Miguel Sámano, Carlos Cadena, entre otros.
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Los integrantes de la Canaco ya ni la burla perdonan. Ayer salieron a dar conferencia de prensa para quejarse de los operativos de la Profeco. Los angelitos –restauranteros todos- reclaman amargamente que las inspecciones de la dependencia federal se hayan hecho sin previo aviso, o lo que es lo mismo, que no les dio tiempo de corregir las irregularidades comerciales y los abusos que cometen en agravio de sus clientes.
Atormentados por la guillotina impuesta, aseguran que los operativos son muy grandes y asustan a la clientela, en tanto que se efectúan a la hora de mayor afluencia. Lo que aleja a los consumidores, es darse cuenta de los abusos y las malas prácticas comerciales. Pero a partir de una presión mediática los sancionados pretenden revertir los sellos de suspensión. Pero la gran consigna es que los operativos no sean una mera moda.
En el ideal de cosas, sería que los restauranteros no abusen. Si lo que buscan es evitar suspensiones y sellos, el buen juez debería comenzar por el respeto de las normas comerciales. Queda absolutamente claro que cuando de abusos se trata, ellos son los primeros en permanecer omisos.