Redacción
El menor Carlos Eduardo Martínez Gutiérrez, secuestrado el 14 de febrero en la puerta de un colegio particular en el centro de Toluca, fue localizado, este fin de semana, pero sin vida. Su cuerpo estaba en el Servicio Médico Forense (Semefo) de Tenancingo, donde había permanecido casi los seis meses en que su familia y las autoridades lo buscaron infructuosamente.
Tras una nueva revisión de los cientos de cuerpos que no son reclamados a la Procuraduría, se pudo constatar por exámenes de ADN de la identidad del menor, que fue identificado este sábado por su padre, quien de inmediato reclamó su entrega y este domingo lo sepultó en el panteón municipal de Toluca.
El secuestro del menor no fue ejecutado por un grupo del crimen organizado como pensaban los familiares, sino por una persona cercana al padre de la víctima y al propio menor, quien junto con tres personas más planeó y perpetró el secuestro.
La Procuraduría General de Justicia de la entidad, informó este domingo que los cuatro responsables del plagio y muerte de Carlos Eduardo Martínez, de sólo 15 años, ya fueron detenidos y encarcelados en el penal estatal de Santiaguito en Almoloya de Juárez, donde enfrentan un proceso por el crimen que cometieron.
De acuerdo con la versión oficial de los hechos, una mujer de nombre Beatriz Alejandra Morales Sendo, una empleada de un local ubicado en avenida Morelos y Aldama fue la autora intelectual del secuestro del menor. Ella, se hizo amiga de la víctima y luego del padre de Carlos Eduardo, ya que casi a diario comía en la tortería que atendían ambos.
Confiada en que la familia de Carlos Eduardo poseía dinero, planeó el secuestro junto con tres hombres: Margarito Salas Reyes, Emiliano Victoria Reyes, Silverio Victoria Hernández, quienes lo ejecutaron.
Ese 14 de febrero, los cuatro pasaron por la escuela y subieron al menor a una camioneta. Carlos Eduardo no desconfió, pues conocía a Beatriz Alejandra. Lo llevaron a Tenancingo, desde donde se hicieron las llamadas pidiendo un rescate de 10 millones de pesos por el menor.
Tras no obtener una respuesta afirmativa del padre de la víctima, redujeron sus pretensiones a 5 millones y luego a dos millones. Al cuarto día, al ver que no obtendrían el dinero que habían pensado lograr con el secuestro, decidieron privarle de la vida a Carlos Eduardo, porque de soltarlo los habría delatado.
Lo llevaron hacia Ixtapan de la Sal y a unos cuatro kilómetros de llegar a ese municipio, pararon en el puente Calderón, donde hay una barranca de más de 60 metros de profundidad. Ahí obligaron al menor a tirarse al vacío.
Dos días después de los hechos, el cadáver fue localizado por la Procuraduría y remitido al Semefo de Tenancingo, donde permaneció hasta este fin de semana en calidad de desconocido.
A pesar de la Procuraduría había emitido una alerta amber para dar con el paradero del menor, nunca se percató de que una persona de sus características ya se encontraba en la morgue.
Hasta el momento no se ha revelado cómo se descubrió el plan de los secuestradores, ni cómo se les detuvo, ni en dónde.
El padre de Carlos Eduardo exigió ayer un juicio justo y ejemplar para los victimarios de su hijo, pero además solicitó al procurador una investigación al interior de la dependencia para sancionar a los responsables de la negligencia con la que fue atendido este asunto, ya que durante seis meses se buscó afuera al menor cuando desde un inicio lo tenía en el Semefo.