La tensión ha regresado a la comunidad de San Francisco Xochicuautla en el municipio de Lerma. Ayer por la tarde, ingresaron a la zona de nueva cuenta granaderos de la Policía Estatal, con la intención de reanudar las obras de infraestructura de la carretera Toluca – Naucalpan. El clima advierte que los agentes policíacos podrían enfrentar a comuneros que intenten frenar los trabajos de construcción de la vialidad.
Por su parte, los ejidatarios de la zona montañosa de Lerma, insisten en que la construcción de la carretera es innecesaria, un capricho del gobierno estatal por beneficiar al capital privado y que representa un irreversible daño ecológico a la región. Ahora también aseguran tener un amparo que impedirá que las autoridades continúen con las obras de construcción, y para ello cuentan con el argumento legal, y también insisten, con la resistencia social.
El conflicto está muy lejos de solucionarse. La autopista Toluca – Naucalpan fue proyectada desde el sexenio del gobernador Arturo Montiel, pero no se ha podido terminar por la oposición de comuneros de la zona. El reflejo de la tensión social es la falta de diálogo y convencimiento de la autoridad, o bien de la búsqueda de alternativas a una carretera que cuando se concluya podría ser rebasada por el crecimiento de la mancha urbana y el parque vehicular.
Lo que debe tener en cuenta el gobierno de Eruviel Ávila, es evitar una represión policíaca que pueda manchar su mandato. Sus antecesores tuvieron amargas experiencias en la zona de San Salvador Atenco, por la intención de construir un aeropuerto en la región del lago de Texcoco. En la operación política de Eruviel se conocerá si aprendieron la lección, o simplemente se impone de nueva cuenta el monopolio de la fuerza pública que detenta el Estado.
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Este viernes se conmemora el Día de los Pueblos Indígenas. Al parecer en el Estado de México hay poco que celebrar. El atraso, la marginación y la pobreza son características de los pueblos originarios de la entidad. Pasan los años y los gobiernos, y no hay políticas públicas encaminadas a eliminar la deuda histórica con las comunidades tradicionales. Son mero escaparate electoral y de la parafernalia que usan los políticos en determinadas fechas.
Ojalá dejara de ser una fecha ocasional para tomarse la fotografía, para convertirse en un motivo de generar acciones a su favor. Los Pueblos Indígenas merecen tolerancia, respeto, y sobre todo atención. Pero en el esquema gubernamental un mero Consejo dedicado a los Pueblos Indígenas parece ser suficiente, aunque éste padece de un abandono, de escaso presupuesto y se ha convertido en un mero cargo político. Lamentablemente.