Toluca, Edomex. 7 de noviembre de 2014.- El Estado de México vive momentos de desánimo y desasosiego, casi a la par de la desazón que causa a nivel nacional la crisis política más honda para el gobierno de Enrique Peña Nieto. Al caso de Tlatlaya, considerada una de las más graves violaciones a los derechos humanos, se suma el escándalo de vida privada del exgobernador Arturo Montiel quien no supera los conflictos maritales con su exesposa, Maude Versini en la víspera electoral del año entrante. Eruviel sabe que en el fondo, son dos temas que sin ser un actor directamente involucrado, tendrá un costo político muy alto.

A Maude Versini le asiste la razón de toda madre por ver a sus hijos. Su desgarradora historia transita por el tráfico de influencias que posiblemente, y seguramente ejerce, un hombre todo poderoso como Montiel para retener a sus hijos y moldear las decisiones judiciales que le otorgan la patria potestad de los menores. Maude enfrenta de principio a fin una batalla desigual a pesar de ser la madre, quien por antonomasia podría ejercer la potestad de sus hijos, pero que por desgracia enfrenta un régimen político plegado a hombres como Montiel.

En el mismo escenario, también surge una sospecha intrigante en el tinglado familiar, pues resulta poco genuino que Versini aparezca con oportunismo, que no es lo mismo que oportunidad, en la víspera electoral y en medio de la normalización de la vida pública del exmandatario. Mientras con una mano lanza la ofensiva sobre quien retiene “ilegalmente” a sus hijos, con la otra ofrece una negociación de poca claridad, y que parece tener en el fondo, una explicación a una batalla conyugal de años. En síntesis, la custodia de los niños Montiel – Versini es un asunto de peso, pero también de pesos.

Es tanta la influencia de Montiel entre la clase política mexiquense, y su deseo por regresar a la vida pública, que no se descarta que el exgobernador pudiera integrarse como diputado federal plurinominal para el segundo tramo del sexenio de Enrique Peña, su delfín político. Montiel se sumaría a otros exmandatarios que en su momento ya fueron diputados federales, incluido Alfredo del Mazo González, Emilio Chuayffet y César Camacho. Montiel ya fue diputado federal en la década de los noventa.

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El caso Tlatlaya deja aún muchas dudas sobre cómo el gobierno de Eruviel Ávila dará respuesta a la recomendación recibida por parte de la CNDH. El desgaste institucional de la Procuraduría de Justicia, que permitió encubrir y alterar la escena del crimen no se resuelve con un escueto comunicado de prensa. La permanencia del procurador Alejandro Gómez Sánchez -luego de su impericia política- sólo se entiende por el arropo de Alfredo Castillo. Las renuncias debieron comenzar hace mucho al interior de la institución pero Eruviel es omiso al tema.

Otro asunto de lacerante preocupación es la presencia del Ejército Mexicano en calles del Estado de México para desarrollar actividades de seguridad pública. Es necesario tener claridad sobre su permanencia y fijar plazos para que las policías estatal y municipales retomen el control –si es que alguna vez lo tuvieron-, y evitar que las fuerzas castrenses sigan en operativos de seguridad que carecen de los protocolos necesarios.

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