El próximo domingo, Enrique Peña Nieto cumplirá un año como Presidente de México. No ha tenido una transición tersa. Entre una desaceleración económica y la violencia que no cesa, el priísta ha recibido severas críticas en su primer año de gestión. Ya sea por factores externos y otros asuntos heredados de la administración pasada, pero hasta la fecha, los mexicanos no han visto la mejoría anhelada y prometida con el cambio de gobierno.
Peña ha apostado todo su capital político, al atrevimiento de aprobar las reformas estructurales. La inconformidad a las reformas se ha hecho presente, pronunciadamente con la educativa y la energética. Sin dejar de lado, la hacendaria, que aunque provocó menores resistencias, será la que impactará más a la economía de las familias mexicanas de clase media. Ahí estará el efecto negativo del PRI reflejado en las urnas electorales.
Hoy Peña habla de la transformación de México, pero como un objetivo de largo alcance. La eficacia se ha desdibujado de su imaginario y también de sus discursos. En el fondo, ha abandonado ya la figura del candidato, y con ello sepultado los recursos esperanzadores.
En la capital del país, el próximo domingo no será un día de campo. Los llamados anarquistas han amenazado de nueva cuenta con salir a las calles. El pasado 1 de diciembre, los mismos grupos sociales realizaron destrozos en sus protestas. La situación se repitió el pasado 2 de octubre. Y todo apunta que la circunstancia se volverá a presentar el fin de semana. El gobierno del Miguel Ángel Mancera tendrá que enfrentarlos y contenerlos.
Entre los temas de alto impacto está la detención aún presente en la memoria de Elba Esther Gordillo, aunque permanece con otros pendientes, como la penosa corrupción que impera en el sindicato de petroleros y su líder Carlos Romero Deshamps. Hay quien reconoce el proceder en contra del ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier, pero también quisieran ver tras las rejas al ex mandatario de Coahuila, Humberto Moreira, como una pieza clave de su apuesta anticorrupción, cuya Comisión Nacional por cierto sigue sin funcionar.
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El Estado de México no abandonará la causa del Teletón, a celebrarse este fin de semana. Desde su inicio, en la lejana década de los noventa, cuando el entonces gobernador César Camacho donó el terreno de Tlalnepantla donde se construyó el primer centro de rehabilitación, los gobernadores en turno, usan el escenario para el reflector y la promoción personal.
Ahí están los casos de Arturo Montiel y Enrique Peña que donaron terrenos en Neza, para construir un segundo centro de rehabilitación, y en Ecatepec, donde se edificó un centro para atender autismo. En esta ocasión, Eruviel Ávila también visitará los foros de Televisa, con una sola intención, que en el Valle de Toluca se tenga su centro Teletón antes del año 2017.
Hace dos años, la legislatura del Estado de México aprobó que cada año, y durante una larga década, se destinen recursos públicos de la entidad mexiquense a la causa del Teletón. Se trata de partidas anuales por 73 millones de pesos, los cuales tendrán vigencia entre 2012 y 2022.