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El Manual de Maquiavelo

La oposición dividida

Francisco Ledesma

 

Tras la elección del 1 de julio, tanto el PAN como el PRD enfrentarán no sólo la desventaja de ser una oposición minoritaria en ambas Cámaras –de Diputados y de Senadores-. Tendrán el desafío de que a su interior amenaza el colapso entre las corrientes que luchan por detentar el control de la franquicia partidista y que avizoran proyectos cortoplacistas de tres y seis años, como si el escenario electoral lo fuera todo.

En el PAN es muy visible la ruptura entre Felipe Calderón y Josefina Vázquez Mota. El todavía presidente de la República, pretende erigirse como el jerarca de la grey panista, y no oculta sus pretensiones para que el control del partido lo tome su propia familia a través de su esposa Margarita Zavala o de su hermana Luisa María Calderón, la candidata derrotada a la gubernatura de su natal Michoacán y futura senadora de la República.

En tanto, la corriente liderada por Vázquez Mota, ex candidata presidencial, busca como pago a su sacrificio político, tomar el control del partido para los próximos años. Su intención es que Gustavo Madero permanezca en el cargo de dirigente del partido hasta diciembre del año entrante, y mientras dicho plazo se cumple, abrir la brecha para erigir a Juan Manuel Oliva –ex gobernador de Guanajuato y cercano al Yunque- como el dirigente del PAN.

Pero la disputa por el control panista, está por definirse mucho antes. La próxima semana, se deberán definir las coordinaciones parlamentarias del panismo. Se trata de elegir a los interlocutores del blanquiazul con el gobierno de Peña Nieto para los próximos tres años. Ahí, Calderón y Josefina se enfrentarán de nuevo para tomar las riendas del partido.

En el Senado, todos apuntalan a Ernesto Cordero –ex secretario de Hacienda- como la carta fuerte del calderonismo. Los josefinistas, impulsan con fuerza al fallido Roberto Gil Zuarth ex coordinador de la campaña de Vázquez Mota. El control senatorial, implica en su caso, tener una coordinación de seis años, y para el panismo podría implicar la construcción de un muy futurista candidato presidencial.

En la Cámara Baja, las cosas no pintan muy distinto. El calderonismo, trae como su as bajo la manga, al aún senador José González Morfin. En tanto que la ex secretaria de Educación Pública, tiene sembradas esperanzas en Rubén Jaramillo. Las dudas se disiparán la semana entrante.

En el PRD, el choque de trenes también se avizora en lo inmediato. Las tribus del lopezobradorismo se enfrentarán a los Chuchos, que depositan mucha de su fuerza en el liderazgo que pueda adquirir el saliente jefe de gobierno capitalino Marcelo Ebrard, y su músculo político demostrado en el triunfo de su delfín Miguel Ángel Mancera en la capital del país. Con los Chuchos también se suma la victoria de Graco Ramírez en Morelos.

En el senado, los berajanistas pretenden que sea Dolores Padierna la coordinadora senatorial. Aunque la cerrada lucha parece darse entre Alejandro Encinas –bajo el respaldo de López Obrador-; que se disputará el liderazgo de los perredistas en la Cámara Alta, con el guerrerense Armando Ríos Piter. Ambos ya fueron coordinadores de los legisladores del PRD en San Lázaro.

En la batalla interna del perredismo, no hay que descartar a Alejandra Barrales, quien podría ser la figura de conciliación entre Marcelo y Andrés Manuel. Y el más avezado de los perredistas entre los senadores, tampoco puede ser desestimado en su intento por encabezar a la robusta bancada perredista. Manuel Camacho Solís, tutor político de Ebrard, podría significarse en la bisagra que concilie los intereses de las tribus perredistas.

En el control legislativo, estará definido en gran medida, la radicalización de sus posturas o la apertura a los consensos. Será ahí donde esté la diferencia, entre los posicionamientos políticos, la toma de las tribunas o el avance de diálogos y acuerdos.

Es innegable que en el control del PRD estará en una enorme proporción, la ruta de quien aspira a ser el candidato de las izquierdas para el 2018. Ahí estarán anotados Marcelo Ebrard, y el ya infaltable, Andrés Manuel López Obrador, que en el actual proceso postelectoral, se juega la sobrevivencia política de su andar, de su trayectoria y de su circunstancia.

Lo cierto es que tanto la derecha y la izquierda, tienen el desafío de volverse una oposición competitiva y confiable, pero antes deben rebasar el reto que les impone no pulverizarse en el reparto de exequias que les dejo la elección del pasado 1 de julio.

 

La tenebra

Y si las elecciones hubieran ocurrido después de los Juegos Olímpicos, y con el éxito y talento mostrado por las mujeres, quizá el lucro deportivo habría sido harto rentable para la única candidata. Lo malo para ella, es que el hubiera, simplemente no existe.