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NOTICIAS DISPONIBLES 2010 AL 31 DE DICIEMBRE DE 2020.

Juan Carlos Núñez Armas*

El Estado de México -según el estudio del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) denominado “Uso de las TIC y actividades por internet en México (2019)”- tiene una población mayor de 6 años de 16 millones 106 mil 010 habitantes, de ellos el 62 % hace uso de la telefonía móvil inteligente, el 70.6 % hace uso del internet, el 54.8 % accede a redes sociales, el 49.4% recibe capacitación y/o educación por internet y el 10 % hace compras por internet y operaciones bancarias en un porcentaje similar.

Todos estos datos nos hablan de la interacción cotidiana de ciudadanos ligados a la tecnología. Hoy podemos hablar de un ciudadano digital. En este siglo XXI parece que la nacionalidad ya no es tan significativa como antes para generar una identidad. Ahora es más relevante el tiempo y los sitios web en los que permaneces en línea.

Este es un mundo lleno de tecnología en el que cada día accedemos a una transformación digital. Esto representa enfrentar retos y oportunidades constantes, más ahora en épocas de pandemia, porque existe la necesidad de tomar clases de manera virtual, bien sea con una computadora o frente al televisor, de realizar teletrabajo (home office), divertirnos o efectuar pagos bancarios, entre otras actividades. Esta nueva realidad ha requerido un cambio de mentalidad, cultural y económico. El mundo que conocíamos antes del Covid-19 no regresará.

Nos enfrentamos a un mundo que antes llamábamos virtual y ahora es el real. Entonces, cabe preguntarnos, ¿se han creado nuevos derechos y obligaciones? Y, en su caso, ¿quién vigila que se respeten y se cumplan? Hoy, un ciudadano ve ante sí un reto que puede aprovechar en su beneficio.  Asumir la situación actual no como una dificultad sino como una gran oportunidad.

La tecnología empodera al ser humano, porque le ahorra tiempo y dinero. Estamos accediendo a una nueva vida, a una nueva realidad. Tenemos que aprender a generar soluciones a través de las herramientas que nos ofrece la tecnología. En este momento el ritmo de aprendizaje se acelera de forma exponencial, el ser humano se transforma física y más mentalmente. Los gobiernos están también aprendiendo de nosotros de lo que decimos y actuamos en la red mundial, como dice Yval Noah Harari, “…están hackeando nuestro cerebro…”.

Eloy Velasco comenta, en la aplicación TED, que jueces han condenado a presuntos delincuentes aprovechando la geolocalización. Ante este ejemplo surge la pregunta ¿es válido utilizar la tecnología para que el gobierno conozca nuestros datos, particularizando nuestra ubicación geográfica? Esto encierra, a su vez, otro problema: sólo pueden ser localizados quienes tienen teléfonos inteligentes. Para el caso del Edomex, según el Ifetel, la probabilidad de que una persona tenga telefonía móvil es del 70 por ciento.

La facturación ha aumentado y los grandes operadores tecnológicos se han beneficiado. No es de extrañar que, de acuerdo a la revista Forbes, la empresa que más ingresos tuvo en 2019 fue América móvil. Nos encontramos en lo que Román Cendoya escribía en su libro como “revolución del homo sapiens al homo digitalis”. Como ciudadanos digitales tenemos que saber adaptarnos y no resistirnos al cambio para poder manifestarnos, movilizarnos e involucrarnos en los asuntos públicos, haciendo siempre un uso responsable, eficiente de la red de redes.

Ser ciudadanos digitales conlleva riesgos, como lo he señalado anteriormente, pero también beneficios. En su libro “El reto de la democracia digital, hacia una ciudadanía interconectada”, Elaine Ford presenta algunos ejemplos de los beneficios:

  1. Reducir la corrupción, el gobierno está obligado y comprometido a transparentar la información relacionada al ejercicio público y puede ser sujeto de control y fiscalización.
  2. Acceso a la información pública, las instituciones públicas deben instrumentar mecanismos para brindar información o atender consultas.
  3. Democracia deliberada, enriquecer el pensamiento y el conocimiento por medio del flujo de ideas, intercambio de puntos de vista y opiniones.
  4. Democracia directa, las TIC permiten canalizar el sentir ciudadano, para que exista una conexión entre el mundo online con el offline (que actividades presenciales concuerden con lo expuesto en línea)
  5. Sociedad colaborativa, el ciudadano puede influir en la toma de decisiones, por lo que cada gobierno debe aprovechar la cocreación de contenidos y mejorar la prestación de los servicios públicos; considerar a la red la mejor aliada en la construcción de canales de colaboración e interacción.

Uruguay es un buen ejemplo, pues la Cámara de los Diputados puso en marcha la aplicación “DemocracyOS”, que permite a los ciudadanos expresar su opinión sobre a) presupuesto participativo, b) consultas digitales y c) Coconstrucción de leyes. Es claro así que la participación debe ir más allá del voto electoral, generando mayor confianza de los ciudadanos en sus diputados.

Además, el consultor político Antoni Gutiérrez Rubí nos dice que somos lo que dejamos en la red, somos nuestros nombres, seremos nuestras ideas; tenemos una dimensión global y el modelo organizativo será el de la comunidad en la red, como una gran alianza. Paulatinamente, la brecha digital está disminuyendo y la educación y la cultura serán la fuente de riqueza más importante. Aprovechemos el tiempo, escaso por naturaleza, que nos brinda la tecnología y entendamos que, quien logra la atención, consigue valor y quien tiene reputación, alcanza la fuerza y el peso para trascender como ciudadano en este mundo.

Hagamos que nuestras ideas importen, por su originalidad, por nuestra apertura a discutirlas y a mejorarlas por la interacción con otras personas. Seamos respetuosos en nuestro trato hacia los otros, quienes no piensan igual que nosotros. No alimentemos los trolls, no tomemos material que no nos pertenece sin dar el crédito a su autor/a, revisemos lo que compartimos. Y, por supuesto y antes que nada, seamos cuidadosos con nuestra información personal y sepamos discriminar entre la información válida y la información falsa que contiene la red.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

Twitter: @juancarlosMX17

Facebook: Juan Carlos Núñez Armas

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