Toluca, Edomex; 16 de julio de 2020.- La relación de Emilio Lozoya con el peñismo comenzó hace 15 años. El acercamiento de Lozoya con Peña Nieto se dio cuando el primero era el director de OHL en México, y el segundo era gobernador del Estado de México. Desde entonces, la filial de la constructora española se convirtió en contratista favorito para el Grupo Atlacomulco. Aquí emprendió grandes negocios de infraestructura: el circuito exterior mexiquense y el viaducto elevado bicentenario fueron por añadidura el inicio de una prolífica relación política y empresarial.
En 2012, ya en la carrera presidencial, Emilio Lozoya apareció en el equipo de campaña de Peña Nieto. Su posición se vinculó con Carlos Salinas, como hijo de Emilio Lozoya Thalman, secretario de Energía en el sexenio salinista. Fue nombrado coordinador de asuntos internacionales. Y cuando todos apostaban que aparecería como canciller, fue designado director general de Pemex. Desde esa posición de privilegio, a la distancia, enfrenta acusaciones vinculadas con el caso de corrupción Odebretch.
La reforma energética no trajo la transformación prometida. La crisis estructural y financiera de Pemex colapsó irrefrenablemente. Se profundizó la corrupción entre sus directivos y su sindicato. Los energéticos nunca bajaron su precio. Las promesas quedaron para el olvido. El gasolinazo marcó la derrota del PRI en las urnas con un candidato responsable del incremento. Y hoy, esa misma reforma puede abrir la caja de pandora para indagar al gobierno anterior.
Lozoya tuvo sus primeros desencuentros con Luis Videgaray. La ascendencia del entonces secretario de Hacienda con el Ejecutivo Federal, desembocó en la salida del titular de Pemex en febrero de 2016. Fue sustituido por José Antonio González Anaya. La buena fortuna de Emilio se esfumó. Comenzó a ser investigado por el entonces titular de la Fepade, Santiago Nieto. El manto de impunidad ejercido por los Castillejos influyó para que Nieto fuera destituido de su cargo en la PGR. Y Lozoya pudo respirar unos años en libertad.
El extitular de Pemex ha aterrizado en suelo mexicano. Trae la maleta llena de secretos inconfesables con los que pretende reducir su condena. Desconocido por el priísmo. Negado por sus amigos. Y abandonado a su suerte. Hoy Lozoya cobrará las facturas de quienes lo enemistaron con el peñismo. Una decena de funcionarios vinculados al sector carretero y energético hoy padecen de un insomnio inaudito. El pacto de impunidad pende de un hilo.
En el tobogán que ha representado la contingencia sanitaria para su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador busca una bocanada de oxígeno con el propósito de demostrar que su lucha contra la corrupción, va en serio. Lozoya y los que se sumen a las acusaciones. El expresidente deberá sacrificar a cartuchos intercambiables para dejar a salvo su libertad personal. Lozoya y Nieto vuelven a cruzar sus caminos para llegar a un entendimiento frente a la traición que padecieron.
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