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OFF THE RECORD

Toluca, Edomex; 10 de julio de 2020.- El Grupo Atlacomulco era una de las principales afrentas que sostenía Andrés Manuel López Obrador durante sus tres campañas electorales. Cada visita al Estado de México, el tabasqueño fustigaba a quienes consideraba la clase gobernante más corrupta del país. A la distancia, el hankismo, con quien se identifica al Grupo Atlacomulco, parece vivir un momento cumbre en su desarrollo empresarial y financiero, aun cuando el PRI vive en el ostracismo y a pesar de la separación del poder político y el económico.

Uno de los hombres asistentes a la cena entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador el pasado miércoles fue Carlos Hank González, nieto del exgobernador del Estado de México del mismo nombre y apellidos. Hank tercero, está convertido en uno de los empresarios que mejor relación han forjado con el presidente López Obrador. No sólo eso, desde las altas esferas del priísmo insisten que el presidente de Banorte pueda incursionar en la política que le heredó su abuelo, el fundador del Grupo Atlacomulco.

Su padre, Carlos Hank Rhon tiene participación en las grandes obras de infraestructura del actual gobierno federal. El exaspirante a la gubernatura mexiquense ni sufre ni se acongoja por no tener al PRI en Los Pinos. A través del grupo Interacciones mantiene influencia en la construcción del Tren México – Toluca, y también en los proyectos del actual sexenio: el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya. Además, sus grandes negocios se sostienen en los gobiernos estatales emanados por el priísmo.

En Baja California, el año próximo habrá elecciones para gobernador. Jaime Bonilla apenas cumplirá con una minigubernatura de dos años. En la acera priísta, buscan convencer de competir a Jorge Hank Rhon –hijo del emblemático profesor, Carlos Hank González-. El mexiquense, exalcalde de Tijuana, buscó fallidamente ser gobernador bajacaliforniano en 2007. El año pasado desistió de participar porque dijo que su aspiración sería un mandato sexenal. Por esa razón, nadie descarta que otra vez Hank vuelva a la campaña electoral.

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Antorcha Campesina amaga con un rompimiento con el priísmo local. Con un dominio clientelar en sus bastiones electorales, moviliza a sus huestes para colapsar gobiernos. En la última década, Jesús Tolentino obtuvo amplias prebendas personales y de grupo bajo el cobijo de Luis Miranda Nava. Los antorchistas apuestan a que, la relación cercana entre Alejandro Ozuna y Miranda, les rinda buenos dividendos económicos, políticos y sociales. Sin embargo, el delmacismo ha sido enfático: no ceder a los chantajes de Antorcha.

Elías Rescala fue el responsable de negociar con el movimiento antorchista durante los primeros dos años del actual sexenio. Cuando la relación política mejoraba, el diálogo cambió de oficina y los acuerdos se derrumbaron. Ahora, Tolentino disfruta de las selfies con Alejandro Moreno y Enrique Vargas, mientras amedrenta al grupo del gobernador. En el gobierno estatal no se amedrentan, puesto que el poder de Antorcha dependía del financiamiento que recibían a manos llenas de las finanzas mexiquenses.

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