Toluca, Edomex; 9 de julio de 2020.- Si alguien pudiera padecer de insomnio en las últimas semanas con las acciones emprendidas por el gobierno de López Obrador es Luis Videgaray Caso. Tanto la extradición del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya como la reciente detención del exgobernador de Chihuahua, César Duarte, inciden en el manejo financiero y el poder político que ejerció el excanciller durante el sexenio peñista. No sólo eso: las enemistades que cultivó el alter ego del expresidente Peña Nieto podrían cobrar factura en lo inmediato.
Lozoya ha aceptado su extradición a México. Investigado por presuntos sobornos de la brasileña Odebrecht y por la compra con sobreprecios de la planta Fertinal. Emilio habría inculpado a través de sus abogados a Videgaray de tomar decisiones al interior de Pemex por su posición privilegiada en el Consejo de Administración cuando fungió como secretario de Hacienda. El hilo conductor de las denuncias penales conduciría al otrora secretario de Finanzas estatal.
César Duarte fue aprehendido en Estados Unidos. El exgobernador de Chihuahua está acusado de desvío de recursos públicos para financiar campañas electorales del priísmo en 2016. Bajo la denominada Operación Zafiro, en siete entidades del país se realizaron maniobras presupuestales para alimentar el proselitismo del partido en el poder. Los malos manejos instrumentados en estados gobernados por el PRI tenían el auspicio de Luis Videgaray.
En las élites del poder político, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno ha mostrado disposición para abrir la información que sea necesaria en la investigación del financiamiento de campañas. El gobernador Alfredo Del Mazo tampoco meterá las manos al fuego por los lastres del pasado. Nadie le tira un anzuelo al exsecretario de Hacienda, quien está desaparecido de la escena pública y digital desde el 30 de noviembre de 2018. Sus adversarios están a la espera de su caída.
Para colmo de males, en aquellas elecciones de 2016, el priísmo sucumbió en estados como Chihuahua, Durango, Veracruz y Puebla. Paradójicamente, el más satisfecho con las derrotas del tricolor era el propio Videgaray, quien al término de la jornada electoral celebró: ¡Se terminó el mito Beltrones! en referencia al entonces dirigente nacional priísta. A últimas fechas, Manlio Fabio ha reaparecido, pero ha marcado su distancia de todos los fantasmas del PRI.
Un aspecto es fundamental: una posible caída en desgracia de Luis Videgaray, dejaría en la orfandad a decenas de políticos mexiquenses que se plegaron a su poder desde hace catorce años. Ahí tuvieron su ascenso personal. Con el exilio voluntario o la carga de las denuncias en su contra, muy poco se podrá salvar para su círculo cercano.
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