Toluca, Edomex; 21 de mayo de 2020.- La pandemia de COVID-19 ha fortalecido la alianza política entre el priísta Alfredo Del Mazo y el presidente López Obrador. Obligados por la coyuntura sanitaria han asumido una coordinación institucional muy estrecha. Lejos quedaron los tiempos de campaña, cuando el tabasqueño fustigaba al Grupo Atlacomulco. Y en el olvido está el discurso del mexiquense sobre los riesgos de retroceso que representaba el proyecto morenista. Ambos parecen caminar por rutas paralelas por así convenir a sus intereses personales y de grupo.
En los tiempos políticos actuales, en su conjunto reconoce en el delmacismo su disposición a colaborar con alcaldes y diputados de oposición. Es muy distinto a sus antecesores porque no existe una persecución partidista. Salvo los diferendos que causó la entrega los recursos del Fefom el año pasado, no existen reclamos para el gobierno estatal. Atado de manos, Del Mazo ha optado por consentir que por disentir a presidentes municipales y legisladores. Sin embargo, eso causa mucha incertidumbre al interior de los priístas.
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Una gran conmoción causó entre la clase política mexiquense el asesinato de los padres del titular de Probosque, Edgar Conzuelo, al interior de un rancho en Almoloya de Juárez. La violencia criminal es una crisis social –mucho más aguda que el coronavirus- que tristemente se ha normalizado, pero que tiene impactos devastadores para miles de familias mexiquenses. Por desgracia, esta ocasión tocó fibras de un funcionario público y la escena se visibiliza profundamente.
Ahora la Fiscalía General de Justicia, encabezada por Alejandro Gómez Sánchez, enfrenta un gran dilema. Como en los casos criminales de gran impacto, buscará resolver el triple homicidio a la brevedad. De no hacerlo, mostrará las limitaciones institucionales de una Fiscalía rebasada por la cruenta violencia. Pero en caso de obtener resultados inmediatos, pondrá de manifiesto que la procuración de justicia tiene amplias diferencias, y funciona de mejor manera para la clase gobernante. Y hay mexiquenses de primera y de segunda.
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Las convicciones ideológicas cada vez son más flexibles en la búsqueda del poder política. En la legislatura estatal los diputados saltan de un partido a otro por meros intereses personales. Hoy, una diputada que comenzó en Morena, y hoy está ataviada de petista, terminará por pasarse al PAN. En menos de dos años ya transitó por tres bancadas distintas. Y los movimientos podrían acelerarse en la medida que se acerquen los tiempos electorales, y las ambiciones futuras los obliguen a tener una nueva oportunidad en las urnas.
La clase política está acostumbrada a cambiar de partido como de ropa interior. El caso más recordado es el de 13 legisladores panistas que terminaron declarándose independientes en el sexenio montielista. Muchos de ellos se convirtieron en candidatos del Verde en alianza con el PRI. Y otros tantos priístas se vistieron de Verde durante tres legislaturas. Y sobra decir, que muchos morenistas de hoy, fueron hace algunos años diputados por el PRD.
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