El año que concluye tuvo una marcada actividad electoral, lo que generó una parálisis gubernamental durante la primera mitad de 2017, ante la efervescencia por renovar la gubernatura mexiquense. El escenario inmediato establece que el próximo año, también la coyuntura política tendrá una tendencia hacia la elección de alcaldes y diputados locales, lo que supone una situación adversa respecto de las tareas rutinarias de las instancias gubernamentales.
El espectro electoral domina grandes espacios temporales, que tienen como corolario la interrupción, la omisión o la inmovilidad de las acciones de gobierno, que retrasan la inversión pública, el desarrollo de infraestructura, la instrumentación de programas sociales y la ejecución de marcos legales. En resumen, los distintos ámbitos de gobierno, obligados por la veda electoral y los intereses de grupo, se ocupan de las tareas proselitistas y se soslaya su vocación de servicio, el avance sus programas y la evaluación de sus resultados.
Por más esfuerzos que se han buscado por empatar calendarios electorales en el resto del país, el Estado de México tiene una coyuntura singular que se refleja en años electorales consecutivos, los que ponen de manifiesto un periodo donde los gobiernos dejan de ser funcionales para convertirse en cajas de resonancia de los procesos comiciales que buscan incidir en la política local y nacional.
Entre los meses de enero y febrero, los partidos políticos, alcaldes y diputados locales pugnarán por las disputas de las candidaturas; tendrán un arranque vertiginoso ya en pleno proceso electoral por encima del gobierno. En simulados procesos internos, las dirigencias de los partidos ungirán discrecionalmente a quienes serán candidatos a los distintos cargos de elección popular.
Mientras que entre los meses de abril y mayo, se realizarán ya parte de las campañas federales para elegir al Presidente de la República, Senadores y Diputados Federales. El mayor clímax incidirá en el mes de junio, cuando en paralelo también se efectúen las campañas para Alcaldes y Diputados Locales.
Los espacios públicos serán inundados por las actividades proselitistas, mientras los gobiernos deberán en el mejor de los casos mantenerse ajenos a cualquier tarea asistencialista; y en el peor de los escenarios, incidir en una política clientelar para conservar el ejercicio del poder a favor de su partido.
Entre los meses de julio y agosto, el escenario postelectoral implicará la resolución de los procesos jurisdiccionales; y será hasta el mes de septiembre cuando se realice la renovación de la Legislatura del Estado de México. En el caso de los ayuntamientos, el proceso de transición, y por tanto de entrega – recepción se extenderá hasta el mes de diciembre del año entrante.
En general, será un año cuyos tiempos políticos, electorales y administrativos estarán absorbidos por los comicios presidenciales, y su concurrencia con las elecciones locales. Mientras la esfera gubernamental pasará a un segundo término, y llenará de hastío al electorado que deberá sujetarse a los tiempos de precampaña, veda electoral, campaña, elección y transición de gobierno.
De esa forma, partidos políticos, gobernantes y candidatos han diseñado un escenario electoral que sujeta enormes tiempos en la renovación del poder, y en perjuicio de las instituciones de gobierno y de sus gobernados.