Los llamados recientes de Andrés Manuel López Obrador en la elección del Estado de México para incidir en la declinación del perredista Juan Zepeda a favor de la morenista Delfina Gómez, parecen haber decantado la decisión a un pernicioso acercamiento entre el PAN y el PRD con rumbo a la elección presidencial.
La conformación de un frente común integrado por la derecha y la izquierda, que en elecciones recientes han logrado concitar ideologías antagónicas responde al interés común de ganar en las urnas. De entrada, tanto Ricardo Anaya como Alejandra Barrales han descartado declinaciones anticipadas en la elección mexiquense, lo que anticipa que los deseos lopezobradoristas se verán frustrados, y Delfina buscará en solitario vencer al priísta, Alfredo del Mazo.
En 2010 y en 2016, la alianza opositora de panistas y perredistas logró derrotar a un priísmo hegemónico en estados como Puebla, Sinaloa, Oaxaca, Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas. Sin embargo, para el pragmatismo político de ambos partidos se puede vaticinar que el objetivo de ganar la elección presidencial ha dado un viraje en el enemigo común: vencer a López Obrador.
Desde el año pasado en el Estado de México fue imposible construir una alianza entre el PRD y Morena por la imposibilidad de que alguno de los dos cediera la postulación del candidato o candidata a gobernador. Incluso, el PRD tampoco estuvo dispuesto a coaligarse con el PAN, por considerar que tenía la fuerza suficiente para volverse competitivo en la elección de junio próximo.
A dos semanas de los comicios mexiquenses, la declinación de Zepeda elevaría las posibilidades de triunfo de Delfina, sin embargo, el perredismo no tendría garantías de participar eventualmente en el gobierno encabezado por Morena de Andrés Manuel. Es ahí donde sobran las razones del PRD mexiquense para mantenerse en la competencia, pues aun derrotado tendría más condiciones de negociar y afianzar componendas con el PRI en el gobierno.
López Obrador lanzó un emplazamiento: declinar en el 2017 a cambio de aliarse con la izquierda en 2018. No obstante, la decisión del PRD parece ir en sentido contrario para confrontar al tabasqueño junto al PAN en los comicios presidenciales. El primer paso, es cerrarle el paso a Delfina en el Estado de México, y con Del Mazo como gobernador y un priísmo alicaído, pretender un bloque opositor que le abra las puertas de Los Pinos junto con el regreso del panismo que ocupa el segundo lugar de las preferencias del año entrante.
Lo cierto es que la elección del Estado de México se ha convertido en un termómetro de la toma de decisiones de los partidos políticos rumbo a la contienda presidencial de 2018, donde parece irreversible la derrota priísta como corolario de la desaprobación social del presidente Enrique Peña Nieto.
La probabilidad de que Morena gane la elección mexiquense, lo pondría con amplias ventajas para imponerse en la contienda del año entrante. Por esa razón, los panistas y perredistas ha decidido ceder su competencia en los comicios mexiquenses, a cambio de que triunfe el PRI con quien han logrado cogobernar en los últimos 30 años en la entidad mexiquense.
Pero particularmente, frenar el avance de López Obrador que les permita estar en condiciones de competir, y por lo tanto de ganar en la elección presidencial desde los resultados de la elección del Estado de México. Su desafío desde todos los frentes es el poder por el poder.