Toluca se ha convertido en el epicentro político del país: Desde aquí, se decidirán en junio próximo la madre de todas las elecciones previo a los comicios presidenciales del año entrante. Desde aquí, se narran cómo los escándalos políticos de mayor relevancia reciente se conectan con la clase gobernante que domina en Los Pinos y pretende perpetuarse desde Atlacomulco.

En menos de una semana, la efervescencia política se cimbró con las detenciones de los exgobernadores priístas Tomás Yarrington y Javier Duarte, acusados de corrupción, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias.

En el caso del tamaulipeco, sus nexos parecen irrenunciables con el exmandatario Arturo Montiel, a quien apoyó en sus aspiraciones presidenciales que se vieron truncadas por su escandalosa e insostenible riqueza patrimonial.

En el gabinete de Yarrington, las huellas de sus vínculos mexiquenses también aparecen inexorables. Simón Villar, era colaborador del gabinete de Yarrington, secretario de Educación con Eruviel; y hoy un cercano a Aurelio Nuño.

Baltazar Hinojosa, secretario de Desarrollo Social y Educación con Tomás, se vinculó al Estado de México desde San Lázaro hace ocho años. En la poderosa comisión de Presupuesto conoció a Luis Videgaray, quien lo impulsó como candidato a gobernador el año pasado. El primo de Baltazar, es el empresario más consentido de la estirpe delmacista: Juan Armando Hinojosa.

Juan Armando, propietario del Grupo HIGA, convertido en corredor de bienes raíces, famoso por edificar la Casa Blanca de la familia presidencial Peña Rivera; y la casa de descanso de Malinalco de Luis Videgaray. El ícono del conflicto de interés que de empresario se convierte en proveedor del gobierno, amigo del presidente, confidente del canciller y vendedor inmobiliario de la primera dama.

Un poco más: el exgobernador tamaulipeco, Manuel Cavazos Lerma fue delegado especial del PRI en la elección de gobernador del Estado de México en 2005, para apoyar al delfín de Arturo Montiel, el hoy presidente Enrique Peña. En 2012, el mexiquense promovió a Cavazos para convertirse en senador.

Con Javier Duarte las conexiones son múltiples. Su secretario particular, fue el mexiquense Jorge Carvallo Delfín, egresado de la FES Acatlán. Hermano de Karim, exalcalde de Cuautitlán Izcalli, el mismo municipio que gobernó la hoy presidenta estatal del PRI, Alejandra del Moral.

El ascenso en la carrera política de Duarte sería inexplicable sin el arropo del exgobernador veracruzano, Fidel Herrera Beltrán. En la 61 legislatura, junto con Roberto Borge, conoció al hoy canciller Luis Videgaray. Los tres tenían algo en común: habían sido secretarios de finanzas y soñaban con ser gobernadores de sus estados. Duarte y Borge lo consiguieron; Javier hoy está preso y Roberto prófugo de la justicia. Videgaray despacha y aprende desde la cancillería.

En pleno año electoral, en 2012, en el aeropuerto de Toluca detuvieron a dos funcionarios duartistas por transportar en efectivo 25 millones de pesos, supuestamente para pagar eventos culturales como el Carnaval de Veracruz y la Cumbre Tajín. La sospecha apuntaba que ese dinero sería usado en la campaña presidencial de Peña Nieto que lo dirigía hacia Los Pinos.

También desde Toluca, en el mismo aeropuerto en que fue detenida Elba Esther Gordillo en febrero de 2013, viajaron los tres hijos de Javier Duarte a Guatemala: Emilio, Javier y Carolina fueron las huellas que siguieron las autoridades mexicanas para dar con el paradero del exmandatario veracruzano y lograr su detención en el país centroamericano, célebre porque ahí mismo ocurrió la primera aprehensión de Joaquín El Chapo Guzmán en el lejano 1993.

La elección del Estado de México se ha convertido en la causa y efecto de toda acción política que experimenta el país. Para algunos, las detenciones de Yarrington y Duarte son parte de una legitimación para convencer a las nuevas generaciones de que, ahora sí, la lucha es firme contra la corrupción.

Para otros, los casos de Yarrington y Duarte simbolizan que ni las nuevas generaciones del priísmo se salvan del estigma de corrupción, desfalco, desvío de recursos públicos, enriquecimiento ilícito e impunidad.

Lo cierto es que la elección del Estado de México es el epicentro en que todos los actores políticos medirán el impacto de sus campañas, de sus estrategias y de sus discursos encaminados a los comicios presidenciales; aunque poco o nada importe quien pueda alzarse con la victoria electoral de junio entrante.