Toluca, Edomex. 1 de junio de 2016.- La pugna interna del PRD mexiquense ha colapsado en la Legislatura local. Ayer, el diputado Javier Salinas -único legislador local de la corriente Nueva Izquierda-, fue relevado de la presidencia de la comisión de Finanzas del Congreso mexiquense a solicitud de su coordinador parlamentario Juan Zepeda Hernández, -integrante insigne de la corriente de ADN, que posee el control del partido en el estado-. La razón para su remoción fue su indisciplina, según le hicieron saber.

La división perredista subirá de nivel. Salinas advirtió que solicitará al Comité Ejecutivo Nacional la destitución de Zepeda Hernández como coordinador y de Omar Ortega como dirigente estatal del PRD. Lo cierto es que ninguno de los dos grupos confrontados se ha querido enterar que el verdadero adversario no está dentro del partido, y el encono puede cobrarles factura en los comicios del año entrante, ante PRI, PAN y el ascenso vertiginoso de Morena.
La principal inquietud de Salinas en contra de Zepeda y la tribu de ADN, es que otea en su conducta una tendencia a pactar con el gobierno mexiquense; y por lo tanto de tener una actitud sumisa frente al ejecutivo estatal. Por si fuera poco, Javier Salinas también adelantó que parte del PRD está muy interesado en firmar una alianza con el PAN para las elecciones del 2017. En tanto, ADN dice oponerse a esa condición, al tiempo que alienta que sea el propio Juan Zepeda el candidato perredista por la gubernatura el próximo año.
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La representación popular que pregonan la mayoría de los legisladores ha quedado en entredicho. Lo ocurrido en las últimas horas respecto del matrimonio entre personas del mismo sexo es muestra irrebatible de su distanciamiento respecto del electorado. La tarea de los diputados responde a una gestoría social que se traduce en una campaña permanente. Los legisladores ya piensan en las elecciones por venir. Primero la de gobernador el año entrante, y luego los comicios de 2018, donde podrán reelegirse o buscar ser alcaldes. Poco o nada les importó los derechos de las minorías.
La clase gobernante sólo hace presencia en las calles, y toca puertas casa por casa cuando se trata de los tiempos electorales. Ahí radica el descontento social y la mala reputación de diputados, alcaldes, senadores, gobernadores, y la élite política en general. Las políticas públicas obedecen al clientelismo electoral de los partidos. Los homosexuales no forman parte de una clientela y por lo mismo, ni por asomo, pueden considerarse parte de sus prioridades.
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Este miércoles concluyen las campañas electorales de 12 gubernaturas en disputa, en las que han proliferado las campañas negativas, la guerra sucia y el desprestigio. Si lo ocurrido en los comicios de este año es preludio de lo que sucederá en 2017 para el Estado de México, el priísmo mexiquense debería sopesar el pasado, la trayectoria, pero sobre todo los esqueletos en el clóset que acumula cada uno de sus aspirantes a suceder en la silla a Eruviel Ávila. La gente vota por el menos malo, y ahí el PRI podría arrancar en desventaja.
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