La pesadilla que enfrenta el exalcalde de Naucalpan, David Sánchez Guevara parece no tener fin. Las autoridades mexiquenses han imputado una nueva acusación en contra del priísta, ante un presunto desfalco por 5 millones de pesos respecto de obras pagadas pero nunca realizadas en el municipio.

El desaseo financiero encontrado en el Ayuntamiento de Naucalpan resulta ofensivo para la ciudadanía, y una pequeña muestra de una actuación sistemática de mucha de la clase política de país, y particularmente del Estado de México, por hacer del ejercicio de recursos públicos un abuso del poder.

El eventual castigo al que será sujeto el expresidente municipal de Naucalpan es un hecho ocasional, que sólo ocurre en el sistema político como parte de una venganza a la deslealtad, y en este caso parece no ser la excepción. Algo se salió de control y del margen de maniobra de Sánchez Guevara, que ya se alistaba para rendir protesta como diputado federal en septiembre pasado, y de forma sorpresiva fue encarcelado y ahora recibe una apremiante ofensiva penal.

Otro aspecto que hasta ahora resulta inexplicable, es la posibilidad de que David Sánchez haya actuado en solitario, sin omisiones o complicidades. Está claro que el priísta desvió recursos con auxilio de sus más cercanos colaboradores, que en todo momento pudieron o debieron estar enterados, sin que hasta ahora hayan sufrido consecuencias administrativas o penales por las irregularidades financieras que día con día se desnudan en el desfalco naucalpense.

Sin embargo, a pesar de las posibles penalidades que pudiera recibir Sánchez Guevara como consecuencia de los juicios que ya enfrenta, lo que será irreversible es el daño que lacera a las finanzas municipales, que por ahora tiene altamente comprometido sus recursos públicos para los meses por venir.

La carrera política de David Sánchez ha caído en un abismo, no obstante, es increíble que sus abusos y excesos se hayan descubierto con tanta lentitud, y que incluso el priísmo mexiquense le haya premiado como candidato a diputado federal, cargo al que aspiraba por segunda ocasión y que ya había ocupado en 2009. Hoy Sánchez Guevara está encarcelado y enfrenta con severidad las consecuencias de un manejo irregular de sus finanzas, en el que lo deseable sería que esa conducta no volviera a repetirse entre los políticos.

Como una muestra inobjetable del combate a la corrupción, las autoridades estatales no podrían permitirse que la clase política tenga un mínimo de impunidad ante una serie de acciones u omisiones que vayan en detrimento del erario público de los municipios, que hoy enfrentan una situación económica comprometida como corolario de políticos que abusaron de su encargo.

Es tiempo de que el erario público deje de ser un banco personal de la clase política del país, y se privilegie un manejo financiero de grandes responsabilidades para eficientar el gasto público por privilegiar las prioridades de los municipios, y que evite en todo momento, su uso discrecional o su desvío en agravio de las finanzas locales.