Toluca, Edomex. 13 de octubre de 2014.- No es un asunto normal que en menos de diez horas ocurran nueve asesinatos cuando no se está siquiera en un escenario de guerra. El diagnóstico tampoco puede considerarse meros asuntos aislados como una respuesta automatizada. La violencia en el Estado de México simplemente no se ha podido contener. Ayer, entre Neza y Ecatepec, protagonizaron un cruento capítulo de las ejecuciones que se apilan en la entidad.
En el primer trimestre del año se pidió la renuncia de Efrén Rojas, Rocío Alonso y Contreras Nieto por la alta incidencia de ejecuciones en la entidad, pero el relevo de Pepe Manzur, Damián Canales y Alejandro Sánchez Gómez ha sido un fracaso rotundo. Los titulares de las instituciones sólo eran un síntoma del gran problema, que radica en la crisis institucional, hoy penetradas por el crimen organizado, y que no cambiaron, ni lo harán, por cambiar a quien las encabeza.
Mucho se pregonó la creación de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y el impulso del Mando Único como la panacea por consolidar el esquema de seguridad en la entidad. Creer que la instalación de diez mil cámaras de videovigilancia serán la solución, es creer que la población es ingenua o es que de plano la autoridad sí lo es. Mientras el tejido social se descompone y las instituciones se corrompen. La violencia no se rompe con más violencia.
Con la cruenta violencia que sufre el Estado de México a diario, la pregunta es si ese es el PRI mexiquense -que encabeza Carlos Iriarte- que está de nuestro lado, como pregona el lema de campaña que ha lanzado en las últimas semanas el partido en el poder. Con el lastre de inseguridad, los hoy alcaldes buscarán mañana convertirse en diputados, y viceversa. Ese será el desgaste que puede cobrar las facturas electorales del 2015.
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Ronda la idea de que la operación electoral se ha intensificado entre mucha de la estructura burocrática. Personal de la secretaría de educación y de instituciones públicas académicas trabajan horas extras en desarrollar trabajo político en Toluca, donde no es oculto el interés del secretario del ramo, Raymundo Martínez por ser diputado local por la capital mexiquense. Lo mismo ocurre con personal de la secretaría de salud desplazado desde hace semanas en Naucalpan, de donde es originario, César Gómez Monge.
Y mientras el personal de gobierno se encuentra distraído en el trabajo electoral, el Instituto Electoral del Estado de México parece optar por una de tres opciones, mostrarse omiso, negligente o complaciente, pero claro está que muy lejos de aplicar la ley, o de ejercer sus facultades a ocho meses de los comicios.
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