Un vacío legal se ha abierto en el Instituto Electoral del Estado de México, pero junto con él, un escenario incierto para el futuro del órgano comicial. Este jueves vence el plazo para emitir la convocatoria que obligaría a la legislatura local a elegir a nuevos consejeros electorales. No obstante, la comisión que preside el legislador priísta, Enrique Mendoza se durmió en sus laureles. No movió un dedo y no hay visos de que se solucione.
Entrampado por la circunstancia, el gobierno de Eruviel Ávila, envió una iniciativa de reforma al Código Electoral, que permitiría que los consejeros actuales permanezcan en el cargo –sin que ello signifique su ratificación-. El periodo de funciones de los consejeros fenece el último día del año en curso. Por tanto, con las adecuaciones legales, se posibilita a la legislatura estatal permanezca en su letargo, y cuando considere pertinente se convoque a la renovación de consejeros electorales.
La imposibilidad de los diputados locales de elegir nuevos consejeros electorales pasa por la eventual desaparición del Instituto Electoral del Estado de México, mientras se discute en el Congreso de la Unión la creación del Instituto Nacional de Elecciones. De poco serviría contar con nuevos consejeros de un organismo que posiblemente tenga fecha de caducidad próxima. La política local sujeta al centralismo de siempre.
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Con todo y su mayoría abrumadora, el PRI y sus aliados electorales, apenas pudieron validar la reelección de Marco Antonio Morales Gómez al frente de la Comisión de Derechos Humanos de la entidad. La falta de legitimidad de Morales, refleja lo dicho con anticipación, su trabajo ha sido reprobatorio, intangible e invisible, acomodaticio. El único conforme es el gobierno estatal, quien empujó su ratificación vía legislatura local.
Para el anecdotario, la ausencia de cuatro legisladores panistas. En la sospecha está que Enrique Vargas del Villar, Luis Marrón, Eric Pacheco y Adrián Juárez fueron comparsas del gobierno estatal. Su ausencia y omisión, posibilitó que el ex rector de la UAEM permanezca por otros cuatro años como ombudsman mexiquense. Morales debiera ser un contrapeso de Poder Ejecutivo, pero en los hechos ha caminado del brazo.
Marco Morales abandonará el barco de la Codhem cuando concluya la gubernatura de Eruviel. Morales aseguró otros cuatro años viviendo del presupuesto público, una auténtica beca con cargo al erario. Ávila no tendrá de qué preocuparse en materia de derechos humanos teniendo ahí un aliado. Respira tranquilo para el resto de su mandato.