La gabinetitis sigue a todo lo que da. Los pronósticos apuntalan a Miguel Ángel Osorio Chong como secretario de Gobernación, que está destinado en un súper secretario a partir de la próxima administración. El ex gobernador de Hidalgo tendrá a su disposición la Policía Preventiva, la gobernabilidad política del Estado Mexicano, y por si fuera poco, se hará también de una especie de coordinador para dar seguimientos a las tareas que se le asignen al gabinete. Pero Osorio dicen los conocedores se ha ganado ese puesto a pulso por su lealtad con Peña Nieto en su proyecto presidencial.
Otro hidalguense que parece ya muy firme es Jesús Murillo Karam, encaminado a la Procuraduría General de la República. Murillo conoció a Peña, cuando el mexiquense era candidato a gobernador del estado. En ese tiempo, el actual diputado federal fungía como delegado del CEN en el Estado de México, la misma función que tuvo Osorio en la campaña de Eruviel Ávila. El centralismo en su máxima expresión. El cierre al paso de otros grupos políticos podría tener una reacción de mediano plazo y en cascada, advierten.
En la propuesta de Peña para eliminar las secretarías de Seguridad Pública y de la Reforma Agraria, faltaron las reformas que darían paso a las secretarías de Recursos Hidráulicos, Infraestructura y Telecomunicaciones, que parecen diseñadas para los mexiquenses David Korenfeld, Gerardo Ruiz Esparza y Raúl Murrieta Cummings. Podría ser que hasta iniciado su mandato, Enrique Peña pondere la creación de las nuevas dependencias. La cuenta regresiva ya aterriza a un estado crítico. Faltan 15 y contando.
Por más esfuerzos que hace César Camacho Quiroz en promocionarse en el próximo gabinete, sus intentos son fallidos en el entorno de Peña Nieto. El retiro de Emilio Chuayffet de la política parece ir en serio. El único ex gobernador mexiquense con posibilidades de incrustarse en el gabinete es Alfredo del Mazo González. Su apuesta está en obtener alguna paraestatal, ya sea Petróleos Mexicanos o la Comisión Federal de Electricidad. Del Mazo tiene bajo el brazo su experiencia de haber sido secretario de Energía.
——
Alguien deberá regular las cosas que pasan con el club deportivo Toluca. Los abusos son muchos y frecuentes. Los precios para el partido del domingo contra las Chivas del Guadalajara están por los cielos. En un estadio incómodo, rústico y poco funcional –instalado prácticamente en la zona centro de la capital- los costos de asistencia oscilan entre los 200 y 800 pesos. En pleno noviembre, la directiva hace su agosto, cuando la afición fiel es la que sufre el exceso por asistir a los partidos de liguilla, si cuenta con la fortuna de encontrar un boleto.
Al aumento de precioso habrá que aderezar la muy probable reventa que se presentará en la periferia a partir de este viernes y hasta el próximo domingo. Nadie se queja, nadie evita lo que ocurre, y todo se hace en completa complicidad. Los costos de los boletos advierten podrían alcanzar hasta los 2 mil pesos sin que haya un freno. Los revendedores están plenamente identificados y las autoridades policíacas están de ornato. El municipio es omiso o cómplice de una circunstancia ilegal y que debería ser inadmisible.