Francisco Ledesma / La otra emergencia: la educativa
La brecha de desigualdad social amenaza con profundizarse ante la imperiosa necesidad de construir un modelo educativo a distancia, mediante el uso de la tecnología y las plataformas digitales, en cuyo terreno del conocimiento quedan rezagadas las familias que padecen de distintos índices de marginación.
El pasado lunes 24 de agosto, las autoridades educativas federales y estatales, dieron inicio al nuevo ciclo escolar con un proceso de enseñanza que pretende instalarse a través de la televisión, bajo el supuesto de que el 95 por ciento de los hogares cuentan con un televisor, y eso facilitaría su acceso casi universal para todos los niveles educativos y socioeconómicos.
La nueva estrategia escolar, puesta en marcha de forma disruptiva desde el pasado mes de abril, obligó a distintos profesores al uso de otras herramientas tecnológicas tales como Facebook, WhatsApp y el correo electrónico para mantener estrecha comunicación con padres de familia y alumnos, tanto para el envío del material académico como de tareas y trabajos escolares.
En casos más avanzados, como ocurrió incluso en otras áreas laborales, los procesos de enseñanza – aprendizaje recurrieron a videoconferencias y otras plataformas digitales más sofisticadas, que permitieran generar un mayor acercamiento entre los docentes y sus estudiantes, frente a la imposibilidad de retornar a las clases presenciales derivado de la emergencia sanitaria.
Esa innovación educativa supone el uso de, al menos, una computadora o laptop, un teléfono inteligente y acceso a internet, que permita a los alumnos recibir los contenidos académicos, sortear consultas de su aprendizaje y enviar las evidencias de sus trabajos y el avance de sus materiales de estudio.
Sobra decir, que en cada hogar pueden existir dos o tres alumnos de distintos grados académicos, que estarán tomando clases a distancia; y cuyos padres también pueden estar inmersos en el desarrollo de trabajo en casa, y en cuyo caso podría contarse solamente con una computadora.
Evidentemente, en la medida que un estudiante curse un grado escolar más avanzado, las exigencias de acceso a la tecnología requiere de mayor complejidad, y en esa circunstancia, sus eventuales carencias económicas pueden marcar su capacidad de integración o exclusión al modelo educativo.
El ciclo escolar puesto en marcha agudizará las desigualdades sociales, ya que está pensado en una población urbana de ciudades como Toluca, Naucalpan, Metepec, Tlalnepantla o Atizapán de Zaragoza, donde la mayoría de sus habitantes tienen acceso a educación pública y cuenta, al menos, con un televisor, una computadora y un teléfono inteligente en casa.
Sin embargo, excluye a las comunidades rurales –que también ocupan parte de las grandes ciudades- pero que predominan en municipios como San Felipe del Progreso, Luvianos, Villa Victoria, entre otros, donde las familias no tienen una computadora en el hogar ni mucho menos un acceso a internet cerca de su entorno social. Incluso, la televisión no tiene una buena recepción de señal.
La educación pública, como un derecho reconocido constitucionalmente, es hoy más que nunca un modelo que margina a quienes viven en condiciones de pobreza; y esa generación de estudiantes que hoy padece la brecha digital, está siendo excluida ante la imposibilidad de caminar al mismo ritmo que el resto de sus compañeros de clase, quienes sí tienen acceso a la televisión y el internet.
Hace algunos años, la deserción escolar era la principal preocupación del modelo educativo, particularmente en los niveles medio superior y superior. Hoy, la educación a distancia será un factor de exclusión para quienes no tienen acceso a internet y en todos los niveles educativos, pues estarán imposibilitados de asistir a clases virtuales o de entregar sus trabajos escolares mediante el uso de plataformas digitales.
Hasta hace algunos meses, algunas escuelas públicas del Estado de México padecían de una sobredemanda escolar, en aulas saturadas que obligaban a los estudiantes a tomar clases fuera del salón; ahora esos mismos alumnos han quedado excluidos por su propia condición económica o ubicación geográfica.
Hasta hace algunas semanas, las autoridades educativas seguían ocupadas en la reconstrucción de escuelas afectadas por el sismo de 2017; ahora, todas las escuelas se encuentran cerradas y eso ha destruido el futuro de miles de estudiantes que hoy, y en el muy corto plazo, no tienen las herramientas para continuar con sus programas educativos y sus procesos de enseñanza.
A la crisis sanitaria y económica, se suma una emergencia educativa que pone en riesgo la formación escolar de cientos de miles de mexiquenses.
La tenebra
En las universidades públicas, no es suficiente con otorgar becas escolares o de conectividad. Se requiere de mucha empatía en el uso de plataformas digitales y de ser flexibles en la entrega de trabajos escolares, sobre todo para los alumnos de nuevo ingreso, porque ahí la brecha digital y las desigualdades sociales son todavía más notorias.