Toluca, Edomex; 23 de julio de 2020.- Si el PRI revisara las razones de su desaprobación electoral, podría encontrar que parte del descontento se encuentra en la selección de sus candidatos. Los mismos de siempre. La dinastocracia que beneficia a las élites políticas. Una clase gobernante que abusa de su militancia. Y una militancia que siempre es relegada de los cargos de elección. Pero hacia los comicios del año entrante no se ven nuevas prácticas: ahí vienen, ahí vienen, los mismos de siempre.
Una parte del gabinete delmacista trabaja con la mira puesta en las elecciones intermedias. El secretario general de gobierno impulsa a su hijo para una diputación plurinominal, luego de que en 2018 perdió en las urnas. El secretario de Desarrollo Social promueve a su esposa para mantener vivo su cacicazgo en Lerma. La directora de Televisión Mexiquense hace lo necesario para abrirle paso a su hija en San Mateo Atenco. Y el contador general gubernamental candidatea -otra vez- a su esposa y a su hija para ganarse un espacio en Zinacantepec.
Otro puñado de funcionarios estatales, trabajan de lunes a viernes en sus despachos, pero el fin de semana dedican su tiempo a su promoción personal para alcanzar las candidaturas priístas. Candidatas perdedoras del 2015 y 2018 ya tienen programa nuevo en Televisión Mexiquense y nadie podría dudar verlas de nueva cuenta en las boletas. Los tiempos se adelantaron con motivo de la pandemia, y la carrera electoral se ha desatado por todos los frentes.
El PRI tiene resistencias para seleccionar candidatos en procesos abiertos. Le teme a las fracturas internas. Y por eso le apuesta a las componendas de las élites políticas. La disciplina se ha resquebrajado en los últimos años. El priísmo mexiquense ha perdido cientos de miles de votos y hace muy poco para revertirlo. La elección de Alejandra del Moral como dirigente es muestra inequívoca de cómo se impondrán candidatos a alcaldes y diputados locales.
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A casi una semana de haberse impuesto el semáforo naranja en el Estado de México, la evaluación no resulta nada positiva. Desde el punto de vista sanitario, los contagios han mostrado un crecimiento sostenido. El riesgo de retroceder al color rojo podría darse ante una elevada hospitalización. Otra vez las zonas urbanas son las de mayor vulnerabilidad. La movilidad social se ha incrementado, pero eso no se ha reflejado en aspectos económicos deseables.
La apertura económica ha sido muy lenta, casi imperceptible. Los restaurantes muestran una escasa afluencia. Lo mismo ocurre en centros comerciales. Las cadenas de valor del turismo están vapuleadas. Los sectores de la serviducción se reactivan de una forma más pausada. El empleo no muestra síntomas de recuperación, pero en julio podría estabilizarse.
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