Israel Dávila
Tenancingo, Mex. 27 de septiembre.- Una de las zonas más afectadas por el sismo del pasado 19 de septiembre es el sureste del estado de México, donde las autoridades municipales y estatales han habilitado más de una veintena de albergues, que regularmente lucen llenos por el día, y semivacíos por la noche. Los damnificados acuden a estos lugares a proveerse de alimentos, pero por la noche, o se van a cuidar sus pertenencias a las fueras de sus casas, o bien se refugian en casas de familiares y conocidos.
En los últimos días, en esta región del estado, las lluvias han arreciado y han agravado las afectaciones, pues muchas de las pertenencias de los damnificados que quedaron a la intemperie se han echado a perder.
Ahora, los damnificados claman por ayuda de materiales como laminas, lonas, plásticos y plásticos para cubrir sus cosas.
Judith Castillo, habitante de San Simonito el Alto, en la zona serrana del municipio de Tenancingo perdió hace una semana su casa. Se cayeron bardas y la techumbre se les vino encima. Desde hace seis días, duerme junto con su hija y nietas en casas de conocidos que le ofrecieron refugio en la propia comunidad. Su hijo, Ramón, duerme a la intemperie, pues cuida las pertenencias de lo que era su hogar.
Con el apoyo de amigos, Ramón colocó una lona que consiguió regalada en un vivero de la cabecera municipal, para cubrir las pertenencias de la familia. Sin embargo, tras dos días de intensas lluvias ya varias cosas se echaron a perder pues la lona estaba rota y se filtró el agua.
Así como esta familia, se encuentran una veintena más en San Simonito. En esa localidad no se habilitó un albergue. El más cercano está a ocho kilómetros, en Tecomatlan, donde existen unas 80 personas damnificadas. El albergue se observa lleno en el día, pues muchos de los afectados acuden a él para obtener alimento. En las noches, regularmente quedan entre 20 y 30 personas, en su mayoría mujeres y niños , pues lo hombres vuelven a las afueras de sus casas para cuidar lo que aún les queda.
En Ocuilan se han instalado 8 albergues en diferentes comunidades afectadas, señala el presidente municipal Félix Alberto Linares. El más grande, que también funciona como centro de acopio, se encuentra en la explanada municipal.
El fenómeno es el mismo, pues en el día se puede ver con mucho movimiento pues varios afectados acuden a él para proveerse de alimentación y en la noche queda semivacío, pues los pobladores afectados se refugian en casas de familiares o conocidos.
En el día, el albergue principal da atención entre 300 y 500 personas y por la noche quedarán 40 a lo mucho, señala el alcalde.
Rosa es una de las visitantes cotidianas al albergue. Tiene dos hijos. Uno de ocho y otro de cinco. Su marido se fue hace un par de años a trabajar a Estados Unidos. A diario viene a comer al albergue a las seis o siete de la noche se va a casa de unos primos que le dieron alojamiento en un pequeño cuarto.
“No me quedo en el albergue porque aquí se pasa más frio y no quiero que se enfermen los niños. En la mañanas me vengo para acá para las comidas. Ayudo a ordenar y a veces a preparar algo”, señaló.
En general, en los albergues se observan víveres, colchonetas y unas casas de campaña que son destinadas a las mujeres y niñas.
Solventado, por el momento, el asunto de la alimentación, ahora la preocupación de los damnificados de la zona sureste mexiquense es cuándo y cómo se va a iniciar la reconstrucción de las comunidades, pues dudan que puedan seguir por mucho tiempo refugiándose con conocidos.