Toluca, Edomex. 16 de octubre de 2014.- Marco Antonio Nava y Navas avanza firmemente para convertirse en el Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México a partir de enero próximo y durante los próximos cuatro años. Su principal respaldo está en su origen político, con el arropo del exmandatario Arturo Montiel, con quien se desempeñó como secretario del Trabajo. Los afectos del atlacomulquense por Marco Antonio son inocultables y serán decisivos al momento de las grandes definiciones en el ungimiento del sucesor de Baruch Delgado.

Además Nava y Navas ha recibido el espaldarazo de dos expresidentes del Poder Judicial para encabezar el Tribunal en el próximo cuatrienio. Se trata de Luis Miranda Cardoso y de José Castillo Ámbriz, ambos vinculados al propio Montiel, y que han comenzado a cerrar filas entre sus más cercanos, para garantizar que Nava y Navas tenga una elección cómoda, donde se impongan sus condiciones, sus afectos y sus ligas políticas. Eruviel no tiene ni voz ni voto, sólo la encomienda de que Marco Antonio se convierta en el presidente del Poder Judicial.

Otro punto de quiebre lo representa Jorge Muciño Escalona, actual presidente del Tribunal Electoral del Estado de México. Aunque es un órgano autónomo e independiente, se trata de un órgano jurisdiccional, desde el cual se empuja la línea de apoyar a Marco Nava. Para entender esa lógica, Muciño fungió como consejero electoral de la entidad, adivinó, durante el sexenio montielista por apoyo del hoy secretario del Transporte, Isidro Pastor, quien entonces se desempeñaba como dirigente estatal del PRI. Y en esa lógica, el respaldo parece natural.

Sin echar de menos, como ya lo hemos comentado en una anterior entrega, el respaldo de Luis Miranda Nava. El prolífico operador político de Peña Nieto, famoso por acompañar en mangas de camisa a Osorio Chong para negociar con estudiantes del IPN, y destrabar conflictos sociales como con la CNTE y el SME. Luis Miranda, ha dejado de ser sólo el compadre del Presidente, para instalarse en la antesala de un negociador eficiente, un operador consumado, y que de la mano de Marco Antonio Nava, busca crecer su influencia en su tierra natal.

Cosa de hacer memoria, Nava y Navas fungió como presidente de la comisión de procesos internos del PRI, cuando un incipiente diputado local buscaba ser candidato de su partido a la gubernatura mexiquense. A la postre, el entonces legislador se convirtió en abanderado a gobernador, luego en mandatario estatal, y hoy despacha desde Los Pinos. Los afectos de Peña Nieto, si tuviera el interés suficiente y la injerencia necesaria, muy posiblemente se inclinarían a favor de Marco Antonio, de quien además fue compañero de gabinete en el montielismo.

Lo cierto es que Nava y Navas es un agente externo al grupo selecto de magistrados, que buscan impedirle el paso a quien pretende arrebatar la presidencia del Poder Judicial como si de una posición política se tratara. El más entrampado de la sucesión es el propio Baruch Delgado, quizá más ocupado en su futuro político, que en la definición interna del Poder Judicial, el cual encabeza desde hace 3 años y 9 meses.

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