Redacción
Alfredo Castillo Cervantes fue designado por el Presidente Enrique Peña Nieto, como coordinador federal del operativo de seguridad en Michoacán, quien hasta este miércoles se desempeñaba como titular de la Procuraduría Federal del Consumidor y se ha caracterizado por una trayectoria pública polémica.
Castillo dejará vacante el cargo como titular de la Profeco, para “apagar” un nuevo fuego, con tintes de ingobernabilidad en el estado de Michoacán, donde hace una semana los grupos de autodefensa y del crimen organizado han protagonizado la toma de presidencias municipales, bloqueos carreteros e incendios en vía pública en una fuerte disputa por el control de la llamada Tierra Caliente.
Castillo Cervantes fungió como subprocurador de justicia en Cuautitlán Izcalli, donde también fue responsable de la investigación por la desaparición y muerte de la pequeña Paulette Gebara en el municipio de Huixquilucan, quien fue encontrada muerta en la piesera de su cama y provocó la renuncia del entonces procurador mexiquense Alberto Bazbaz Sacal.
Tras la inverosímil indagatoria ministerial del caso Paulette, Castillo Cervantes fue ascendido al puesto de Procurador General de Justicia de la entidad, cuya institución se encontraba sumida en la peor crisis institucional de su historia reciente, todavía en el mandato del gobernador Enrique Peña Nieto. Fue ratificado en el cargo como titular de la PGJEM al inicio de la administración de Eruviel Ávila Villegas.
Un año más tarde, en septiembre de 2012, Castillo Cervantes renunció al cargo de procurador para incorporarse como encargado del tema de justicia en el equipo de transición del Presidente electo, Enrique Peña Nieto.
En diciembre de 2012, fue nombrado Subprocurador General de la República, como parte del equipo del actual titular de la PGR y exgobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam. Pero tuvo una corta trayectoria por la PGR.
Meses más tarde, Alfredo Castillo llegó al relevo de Humberto Benítez Treviño al frente de la Profeco, quien debió renunciar por el escándalo conocido como Lady Profeco, protagonizado por su hija Andrea Benítez, quien ejerció un tráfico de influencias para cerrar un restaurante en la colonia Roma en el Distrito Federal, inconforme con el servicio que le habían prestado.
En su paso por la Profeco, Castillo Cervantes se enemistó con diversos giros comerciales al imponer multas y clausurar establecimientos en una muestra de “mano dura” para reconstruir el prestigio de la institución que había sido demeritado luego del escándalo que empañó la carrera política de Humberto Benítez.