El gobierno de Eruviel Ávila, parecía de inicio, uno de buenas intenciones. Pero a 18 meses de haber asumido el poder, sólo ha quedado en eso. La famosa tarjeta “Efectiva” que repartió por doquier para obtener el voto sigue sin funcionar. No se tiene hasta ahora un padrón confiable de quienes recibieron la tarjeta, o de quienes realmente necesitan de los programas asistenciales. El proyecto social eruvielista parece hasta hoy sin rumbo.
La creación de la subsecretaría de desarrollo municipal no ha concretado nada. El gobernador que se erigió municipalista ha fallado. Los municipios siguen frágiles en su accionar, ineficientes en la recaudación de impuestos, menos autónomos que antes en lo administrativo y en lo político, y con deudas impagables. La dependencia a cargo de Benjamín Fournier no ha cambiado la realidad de los Ayuntamientos. Están peor que ayer.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana ha sido sólo un cambio de membrete. El hoy secretario del ramo, gana más que el extinto comisionado de seguridad, pero eso no ha generado una disminución delincuencial. El Estado de México se ha convertido en cruento territorio disputado por carteles de la droga. Los policías estatales –con excepciones contadas- siguen tan corruptos como antes. Y la infiltración del crimen es innegable.
Eruviel tampoco ha cumplido compromisos políticos. Ha faltado a la promesa de crear el Instituto Estatal de Economía Social y Solidaria. Ese organismo –sin claridad de sus eventuales funciones- fue clave para obtener el apoyo de los ex perredistas René Arce y Víctor Hugo Cirigo. Los ex guerrilleros podrán esperar sentados. No se ve voluntad política, ni disponibilidad presupuestal o iniciativa de ley para avanzar en ese tema.
En otra más de las ocurrencias del actual gobierno, Eruviel desapareció la subsecretaría de Asuntos Jurídicos. Desmanteló por completo la secretaría general de gobierno, para crear la Consejería Jurídica del Gobernador. Desde ahí, operará el Registro Civil, la Defensoría de Oficio y el Instituto de la Función Registral. No hay garantía de que las cosas funcionen mejor, pero Ávila está empeñado en transformar el marco jurídico del estado.
Y en sus actividades públicas, Eruviel simplemente sigue en campaña. Han pasado más de 18 meses, y permanece en el reparto de apoyos, como lo hizo durante sus primeros 100 días. Entrega lentes y zapatos ortopédicos, laptops y becas económicas, mientras se divierte con su gabinete, dedicado a que “salten la cuerda” durante los eventos públicos que encabeza. No cabe duda, que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
